La embarcación puede convertir diariamente gas para suplir el 1% de la demanda nacional de electricidad.

El gigante, que estará embarcado en ese mismo sitio por los próximos 10 años, es propiedad de Höegh LNG.

El imponente barco anclado a la salida de la bahía de Cartagena, de unas tres cuadras y media de largo, media de ancho y una altura de unos 40 metros, dentro del cual están las esperanzas de las autoridades y del sector eléctrico del país para que de ahora en adelante, con ‘Niño’ o sin él, sin o con verano, el país tenga más confiabilidad energética y se aleje la probabilidad de un racionamiento eléctrico, amenaza que estuvo latente hasta el último momento el año pasado por esta época.

Y es que este barco de 293 metros de largo, por 46 de ancho, es nada menos que la primera terminal de regasificación de gas licuado del país, lo que quiere decir que tiene la capacidad de convertir el gas de estado líquido a gaseoso, para despacharlo a las plantas térmicas en caso de necesidad, permitiendo abastecer la demanda a precios económicos, y no como sucedió en el 2016, cuando se tuvo que pagar a casi el doble este combustible, lo que finalmente se vio reflejado en las facturas de los colombianos.
Esta mole llena de tubos puede almacenar hasta 170.000 metros cúbicos de gas natural y una capacidad de regasificación de 400 millones de pies cúbicos diarios del combustible para entregarlos al sistema nacional de transporte, con lo cual se pueden generar hasta 2.000 megavatios de energía, más o menos el 1% de la demanda diaria nacional, que está alrededor de los 187 gigavatios por día.

Por dentro, es una ciudadela que aparte de los tanques de almacenamiento y kilómetros de tubería, cuenta con habitaciones para unas 50 personas de manera permanente, comedores, baños, la sala de operaciones de la planta como tal, así como el puente de mando de la embarcación, además de una cancha de microfútbol que hace un poco más amenos esos turnos de 70 días sin descanso que tienen que cumplir los operarios y la tripulación del barco.
El gigante, que estará embarcado en ese mismo sitio por los próximos 10 años, es propiedad de Höegh LNG, compañía noruega especializada en este negocio, que encargó su construcción en Ulsan, Corea del Sur en el 2015. Está asegurado a una plataforma de atraque con dos brazos de alta presión, un muelle de unos 760 metros de longitud, una estación de medición en tierra y un gasoducto de unos 10 kilómetros que lo conecta al sistema de transmisión nacional de gas.

La manera de abastecerlo es mediante barcos metaneros (gas líquido), que podrán llegar desde cualquier parte del mundo a descargar su combustible en unas 36 horas mediante mangueras criogénicas, a 162 grados centígrados bajo cero.

De acuerdo a los últimos pronósticos climáticos actualmente cuando podría nuevamente hacer presencia el fenómeno de El ‘Niño’, se encuentra lista para operar y todo indica que comenzará a hacerlo en el segundo semestre del año.

“Desde el pasado 4 de diciembre de 2016, la Terminal está disponible para recibir GNL de cualquier parte del mundo, almacenarlo, regasificarlo y entregarlo al Sistema Nacional de Transporte para que sea conducido hasta las plantas térmicas”, sostuvo Ricardo Fernández, presidente de la Junta Directiva de la Sociedad Portuaria El Cayao
(Spec LNG).

Para la construcción de la terminal de regasificación se invirtieron cerca de 150 millones de dólares, que sumados a los 300 millones de dólares del costo de la embarcación, completarían 450 millones de dólares activos en operación.

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