Hay diez proyectos avanzados y más de 30 en inicio que triplicarán la producción con inversiones por u$s 1500 millones y exportaciones anuales por u$s 800 millones.
Con la llegada masiva al mercado de los automóviles eléctricos, el litio, un mineral que se extrae de los salares de la Puna, será el próximo petróleo blanco, o un “brote verde” de los que tanto espera la economía local. Todo indica que la próxima revolución automotriz vendrá por el lado de los vehículos eléctricos. El costo de las baterías de ión-litio para su funcionamiento (alrededor de u$s 25.000) es hoy uno de los obstáculos para su masificación. Pero el hecho de que Tesla esté construyendo una planta para fabricar 500.000 vehículos eléctricos al año, es toda una señal.
El 80% de las reservas mundiales de este commodity que aún no cotiza en Bolsa se encuentran en el llamado “triángulo del litio” entre Argentina, Bolivia y Chile; mientas que China, Corea del Sur y Japón (grandes fabricantes de electrónicos) son los mayores consumidores. Desde hace un par de años la demanda de litio supera la oferta, y el precio pasó de u$s 5000 a u$s 7500 la tonelada de carbonato de litio.
Argentina incrementó su participación del 11% al 16% del mercado mundial el último año. Actualmente existen dos proyectos en actividad en el país: Salar del Hombre Muerto, que produce desde 1957 en Catamarca; y el salar de Olaroz en Jujuy que comenzó en 2015 y alcanzará capacidad plena a fin de este año. En tanto hay una decena de proyectos mineros avanzados y treinta más en etapa inicial, que permitirán triplicar la producción, con inversiones por u$s 1500 millones y exportaciones anuales por más de u$s 800 millones.
A fines de 2016, la química Albermale fue una de las firmas que se apuntaron a la carrera del litio, a partir de un acuerdo con Bolland Minera para adquirir y explotar el salar de Antofalla, en Catamarca. “El uso de litio va a crecer exponencialmente con el auge de los autos eléctricos, y queremos capturar el 50% de la nueva demanda”, destacó Stephen Elgueta, vicepresidente de Recursos de la compañía. “Planeamos invertir u$s 9,8 millones, empleando alrededor de 62 personas”, declaró.
El problema es que, por el momento, la minería del litio utiliza grandes cantidades de agua y químicos que degradan el ambiente. Desde 2012, científicos del Inquimae (Instituto de Química y Física de los Materiales, Medioambiente y Energía) desarrollan liderados por el químico Ernesto Calvo, un método de extracción que, en lugar de evaporar salmuera (por cada gramo de cloruro de litio, se pierde un litro de agua) y utilizar soda solvay, introducen la salmuera en un reactor y obtienen el cloruro de litio en pocas horas, cuando el proceso convencional lleva cerca de un año y deja una montaña de residuos. El desarrollo fue patentado por el Conicet e Ytec (la empresa tecnológica de YPF) y resultó finalista en el concurso global “Mentes brillantes para Cambiar el Mundo” que se llevó a cabo en Boston en la incubadora de empresas de tecnología limpia más grande de Estados Unidos, Greentown labs.
En tanto, la química repatriada Victoria Flexer dirige en el Centro de desarrollo de materiales avanzados y almacenamiento de energía de Jujuy (Cidmeju) un proyecto con tres ejes de trabajo: la búsqueda de técnicas de explotación más sustentable, la síntesis de distintos compuestos que contienen litio, y el desarrollo de baterías con mayor capacidad de carga.