El gobierno Brasileño realizo este miércoles una subasta de 287 bloques petroleros que generó una recaudación de más de 1.200 millones de dólares, muy por encima de lo esperado y un récord histórico para el gigante latinoamericano. La subasta era una prueba importante para el gobierno del conservador Michel Temer, que debía demostrar su capacidad de atraer inversores extranjeros para relanzar la maltrecha economía y combatir el gigantesco déficit público.
Decio Oddone, director de la Agencia Nacional del Petróleo (ANP), había estimado el martes que los “bonus de firma” de la subasta generarían unos 500 millones de reales, monto que que se superó con creces con la recaudación total de 3.842 millones de reales (1.203 millones de dólares). Sin embargo, las sumas se concentraron en las zonas más atractivas: sólo 37 de los 287 bloques a la venta lograron comprador (13% del total), mientras que la ANP esperaba que fueran entre el 20% y el 30%.
La subasta acabó con ofertas récord en la última serie de adjudicaciones, como el del bloque de Campos, cercano a la zona del “pre-sal” (yacimientos en aguas profundas bajo una capa espesa de sal) con potencial gigantesco.
Un consorcio formado por la estatal brasileña Petrobras y la americana Exxon Móvil permitió al gobierno obtener el mayor bonus nunca visto en el país para un solo bloque, 2.240 millones de reales (unos 700 millones de dólares).
La subasta estuvo marcada por la venta de cuatro centrales hidroeléctricas por 12.120 millones de reales (unos 3.850 millones de dólares), dos de ellas al grupo francés Engie, una a la china State Power Investment Corporation (SPIC) y la restante a la italiana Enel Spa.
Se le atribuye el éxito de esta subasta, entre otros motivos, a la flexibilización de las normas exigidas para la exploración petrolera solicitada por las empresas extranjeras. Esta venta es considerada, no obstante, un “aperitivo” para otra ronda de concesiones prevista para el 27 de octubre de yacimientos de “pre-sal”, en la mira de las grandes compañías petroleras.
El gobierno brasileño espera obtener en total más de 80.000 millones de dólares por esas ventas escalonadas hasta finales de 2019.