Vaca Muerta, un mega yacimiento de petróleo y gas no convencional en la Patagonia argentina, no es la única carta energética del país sudamericano para recuperar el “autoabastecimiento”, un anhelo del que se habla desde hace al menos una década. Los fuertes vientos de las provincias de sur y el sol de las del norte, hasta ahora muy desaprovechados, han entrado rápidamente en el mapa de los recursos a explotar.
Argentina fue el segundo país,en 2017, en el que más crecieron las inversiones en energías renovables, con un aumento cercano al 800%, solo por detrás de Emiratos Árabes Unidos, según datos de Bloomberg New Energy Finance (BNEF), una firma especializada de la red Bloomberg que releva los países donde se invirtieron al menos mil millones de dólares. Los montos que se volcaron en la economía sudamericana, unos 1.800 millones de dólares, son una pizca de los 333.000 millones que se invirtieron en el mundo, pero muestran que el país ha iniciado una carrera acelerada para salir del rezago que exhibe en generación limpia, que representa apenas el 1% de la capacidad instalada, uno de los menores ratios de la región.
Para el año 2017, las inversiones fueron solo los primeros resultados del Renovar, un programa de licitaciones públicas lanzado en 2016 por el que se han adjudicado 147 proyectos de energías renovables que suman 4.466 MW, equivalentes a la electricidad que demandan 4,5 millones de hogares. Fueron tres rondas de subastas que representan inversiones por unos 7.000 millones de dólares a ejecutarse antes de 2020. Una nueva tanda de licitaciones, informan en el Ministerio de Energía y Minas, la cartera a cargo del programa, está en preparación para lanzarse durante la segunda mitad de este año.
La reglamentación de una nueva ley de energías renovables sancionada el año anterior,fue la primera campanada para que los inversores miraran al país en 2016. La nueva norma fijó la meta de un 20% de generación limpia para 2025 y estableció penalizaciones para los grandes usuarios (generalmente empresas industriales) que no cumplan con determinados porcentajes de consumo de fuentes no convencionales, con exigencias crecientes a partir de 2018. “La ley fue un gran paso y las licitaciones del Renovar fueron otra buena señal porque estaban bien organizadas, con muchos detalles en sus reglas”, afirma Ana Verena, analista de los mercados sudamericanos de habla hispana del BNEF, desde sus oficinas de São Paulo.
La clave fué el cambio en el rumbo político y económico del país a fines de 2015. “La ley por sí misma no hubiera tenido ningún impacto en 2014. En años anteriores hubo licitaciones con unos precios elevadísimos que no se llevaron a cabo porque la financiación no era viable en Argentina”, afirma Mariano Lamothe, especialista en temas energéticos de la consultora Abeceb. El regreso de Argentina a los mercados financieros internacionales y las medidas tomadas para normalizar un mercado energético que acumulaba años de fuerte intervencionismo estatal fueron determinantes para que las subastas del último programa sedujeran a las empresas.
Las condiciones han mejorado a lo largo de los últimos dos años, aunque el acceso al crédito sigue siendo el gran desafío. “La primera ronda del Renovar tuvo los precios más altos. El descenso de los valores que se vio en las siguientes etapas muestra una confianza creciente de los inversores”, afirma la analista de Bloomberg. Muchos de los proyectos, explica, van a ser financiados mediante emisiones de bonos de las empresas, ya que el formato más habitual en el sector, la financiación de proyectos (project finance), todavía es difícil de lograr en el país, salvo con la participación bancos de desarrollo. “Nuestra proyección es que con el tiempo va a ser mucho más fácil que los bancos comerciales también presten dinero”, afirma.
Los parques de aerogeneradores de Argentina hoy tienen una capacidad de apenas 220 MW pero, de concretarse todos los proyectos, esa potencia se multiplicará más de 10 veces. “Son casi 2.500 MW adjudicados, que representan el 55% de la potencia que sumará el Renovar y unos 4.000 millones de dólares a ejecutarse dentro de los próximos dos años”, afirma Alfredo Bernardi, presidente de la Cámara Argentina Eólica, creada en febrero, y gerente de Relaciones Institucionales de la energética argentina Genneia.
Todos los proyectos de energía solar, concentrados en el centro y noroeste del país, 41 en total, suman una potencia de 1.732 MW. A diferencia de la energía eólica, donde todas las empresas ganadoras de las licitaciones fueron locales, muchas de las iniciativas de generación solar quedaron en manos de jugadores internacionales, como la portuguesa Martifer (100 MW), la francesa Neoen (100 MW) y la china Jinko (80MW). La más importante, sin embargo, corresponde a una firma estatal de la provincia de Jujuy, que en 2017 comenzó a construir el parque solar Cauchari, que sumará 300 MW. “Se presentaron empresas argentinas e internacionales a las distintas rondas, pero la mayoría de los ganadores fueron locales porque eran más competitivos. No veían tanto riesgo como los internacionales y exigían otros retornos”, explica Verena.
Fuera del programa estatal, también hay movimientos. La nueva ley habilitó a los grandes usuarios a firmar contratos para la compra directa de energía a las compañías generadoras, una modalidad hasta entonces prohibida. La cementera Loma Negra y Genneia, líder en el sector eólico, inauguraron el nuevo sistema con un convenio a 20 años. “En tan solo un trimestre hemos recibido casi 50 solicitudes de inscripción de proyectos por 2,5 GW de potencia a instalar”, informan en el Ministerio de Energía.