El respeto por parte de las fuerzas nacionales a la pertenencia provincial del MPN es evidente, pero más respetan el potencial de la formación de no convencionales de la provincia de Neuquén. Muchos del electorado neuquino, como el del resto de la Patagonia, tiene una alta valoración de las políticas de la expresidenta Cristina Fernández. Ayer volvió a demostrarlo. El punto más alto fue en 2011 cuando cosechó el 61% de los sufragios para retener el Ejecutivo nacional. Incluso en 2015 su sector ganó en Neuquén en las tres instancias: PASO, generales y balotage.
En los pasillos de la Rosada se dice que Mauricio Macri tiene una alta estima por la gestión de Omar Gutiérrez. Esa comodidad es muy valorada en el gobierno local, pero no se plasma en expresiones públicas. El triunfo de ayer llegó pese a que el gobierno provincial, que en marzo consiguió una holgada reelección, guarda una estrecha relación con el macrismo.
Desde el Ejecutivo neuquino apuntan a reforzar la evangelización para achicar el margen de los votos nulos. Con esa corrección están liberados de tener que acercarse a uno de los polos de la polarización. Pase lo que pase no habrá rencores. Las fuerzas nacionales respetan la pertenencia provincial del MPN. Pero más respetan el potencial de Vaca Muerta. El desarrollo petrolero fue una de las pocas políticas en común de ambos espacios nacionales. Es, incluso, una reserva de negociación más potente que uno o dos senadores.
De igual forma lo entendieron las empresas petroleras. No existió incertidumbre electoral para el desembarco de nuevas compañías a semanas de las PASO. Incluso las concesiones firmadas, desde 2012 a la fecha, son por 35 años, es decir que el clima político no parece determinante para el sector. Sin embargo, la amplia diferencia que se confirmaba anoche abre un espacio para configurar, no un nuevo contrato, pero sí cambios en la letra chica.