El proyecto se dividiría en tres tramos: desde Tratayen (Neuquén) a San Jerónimo (Santa Fe); desde San Jerónimo (Santa Fe) a Uruguayana, en la frontera de Rio Grande do Sul y ya en Brasil, de Uruguayana a Porto Alegre, capital del mismo estado.
El lunes 30 de noviembre, los presidentes de Argentina y Brasil, Alberto Fernández y Jair Bolsonaro, dialogaron sobre diversos temas con motivo del Día de la Amistad Argentino-Brasileña.
Uno de los temas de la agenda, fue el proyecto que el gobierno argentino impulsa con fuerza desde el campo energético, para tomar el lugar de Bolivia en el aprovisionamiento de gas a los vecinos, mediante dos alternativas: la venta de gas natural licuado y la construcción de un gasoducto de 2400 kilómetros desde Vaca Muerta a Porto Alegre.
El denominado “Proyecto Gasoducto Uruguayana – Porto Alegre” es unas de las iniciativas más ambiciosas que estudia la Secretaría de Energía de la Nación. Su titular, el neuquino Darío Martínez, ya mantuvo reuniones con el ministro del área brasileño, Bento Albuquerque, con el embajador Daniel Scioli como nexo. Ambos presidentes retomaron el tema en su primera conversación bilateral, sin llegar a un acuerdo y que podría retomarse en marzo, con un nuevo aniversario conjunto, el de los 30 años del Tratado de Asunción.
Según los datos formulados en el Gobierno, el gasoducto binacional “permitiría llevar la demanda brasileña actual de gas de nuestro país de 3 millones m3/día a unos 15 millones m3/día”. Se dividiría en tres tramos: desde Tratayen (Neuquén) a San Jerónimo (Santa Fe); desde San Jerónimo (Santa Fe) a Uruguayana, en la frontera de Rio Grande do Sul y ya en el territorio vecino, desde Uruguayana a Porto Alegre, la capital del mismo estado.
Comprende una inversión total de 5 mil millones de dólares y un tiempo estimativo de construcción no inferior a los dos años. Su principal obstáculo lo constituye la previsión brasileña de producción de gas natural que podría crecer de los 139 millones m³/día actuales a los 253 millones m³/día a lo largo de la próxima década.
“En ese sentido —consigna un documento interno del Ejecutivo—, debe tenerse en cuenta que el aumento de la producción de gas brasileño podría generar algunas dudas en ciertos sectores públicos y privados en Brasil respecto de la necesidad real de llevar adelante una inversión como la necesaria para la construcción del gasoducto Uruguayana – Porto Alegre.”
Ante esta posibilidad, la venta de GNL mediante transporte terrestre o marítimo desde algún punto del este del país —en el Gobierno sugieren Entre Ríos—, podría concretarse a partir de los gasoductos de la zona mesopotámica y plantas de licuefacción de pequeña escala con el objetivo de aprovisionar Brasil para la generación de energía eléctrica, vehículos impulsados por GNL y GNC y otros usos, publicó Ámbito Financiero.
Dos posibilidades extra, sostiene el documento citado previamente, serían el envío de GNL a Brasil a partir del Biogás, licuificado en forma de GNL y transportado por camión, y las ventas de gas a la Central Térmica de Uruguaiana (CTU), adquirida por el grupo argentino SAESA: “La CTU tiene una capacidad máxima de 640MW y puede consumir entre 1,4 y 2,8 mm3/día operando a ciclo completo. El transporte del Gas se realiza a través del gasoducto de exportación a Brasil (TGM) con una capacidad actual de 2,8 mm3/d”, esgrime el proyecto.
La estrategia de incrementar las ventas de energía a Brasil no puede disociarse de los recursos que se pretenden generar a partir de la puesta en marcha del Plan de Promoción de la Producción de Gas Argentino (Gas.Ar) 2020-2024. Tal como lo señaló el propio Fernández en su nuevo lanzamiento, lo que se aspira es incentivar la inversión y la producción de este recurso para satisfacer la demanda interna, en primer lugar, y sustituir importaciones, en segundo, además de generar empleo y apuntalar el desarrollo en las regiones productoras.
Previo a la conversación entre los presidentes, ya el 11 de septiembre Scioli se había reunido con el ministro de Minas y Energía de Brasil, Bento Albuquerque, cuando coordinó el primer encuentro del máximo responsable político del área en el gobierno de Bolsonaro con Martínez, además de los secretarios de Estado del sector energético de Brasil.
Otro factor que pesa en la estrategia argentina son las proyecciones a la baja del gas boliviano, una de las fuentes de este recurso clave tanto para Brasil como para la Argentina. Durante el gobierno de facto de Jeanine Añez, Bolivia renegoció el acuerdo energético con el gobierno de Bolsonaro.
Argentina aspira a quedarse con esa porción de las importaciones de gas natural por parte de Brasil. Respecto al GNL, no obstante, la variedad de proveedores contra los que el Gobierno debe competir es mayor: Estados Unidos, Trinidad y Tobago, Países Bajos, Noruega, Nigeria, Camerún, Guinea Ecuatorial y Angola. Por supuesto, una logística más económica permitiría competir con ciertas ventajas.
“En cualquier caso, existe consenso de que el Sur de Brasil, en particular los Estados de Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, que representan el 10% de la demanda de Brasil y que cuentan con una proyección de duplicar su demanda en 2040, puede ser un importante comprador de gas argentino, una vez que se determine la forma más eficiente de transporte”, contempla el paper, fechado en noviembre, de la Mesa que el Gobierno diseñó especialmente para abordar este desafío.